martes, 13 de marzo de 2012

No te conozco.

Se podría decir que le había olvidado bastante, que recordaba detalles que no tenían nada que ver con lo que había representado en realidad. Eran cosas como el temblor de su globo ocular bajo el párpado mientras dormía (el otro ojo quedaba enterrado en la almohada) o la forma en la que se curvaba su espalda de hombre-gato cuando se agachaba.

5 comentarios:

  1. esa espalda se mueve por los reflejos mucho más fuerte que por su voluntad.
    Un abrazo de hola don Pepito hola don José.

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  2. Esto es el colmo de la crisis. Ahora, para que venga el ratoncito Pérez, ¿hay que dejar también un ojo debajo de la almohada? ¿No bastaba con un riñón?

    Cómo vuelvas a llamarme viejo, tú y yo nunca haremos las paces, Albita;)

    Besos

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  3. La espalda de hombre-gato es, sin duda, la más inolvidable de todas. El resto es basura.

    Nos vemos mañana.

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  4. A veces pienso que es imposible que precisamente TÚ hayas vivivo todas las cosas que describes con tanta exactitud. Y otras veces pienso que que describes espantosamente bien las cosas que precisamente YO soy imposible de explicar, a pesar de haberlas vivido, que no he vivido tanto. O a lo mejor has vivido mucho más de lo que imagino. O has tenido muchas vidas y te acuerdas de todas. Es impresionante.

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