sábado, 26 de febrero de 2011

Monotonía dominical.

Estoy triste porque he decubierto que el amor es una tarde de domingo.
Ya no puedo decirle que la amo aunque sea verdad y ella también me ame. Querrá que vayamos al cine, que paseemos de la mano por el parque, que la besé en su portal cada atardecer y le regale rosas en nuestro aniversario.
El amor es una tarde de domingo. 
Me preguntará millones de veces si la quiero, las chicas siempre preguntan eso. Tienen miedo de que el amor se acabe porque lo saben terriblemente voluble. "¿Me quieres?" Pues claro que sí. "¿Cuánto?" Muchísimo. Pero muchísimo nunca será bastante porque el amor es una tarde de domingo.

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